La fiesta celta de Beltane es el anticipo de la temporada estival. Un puente entre dos estaciones: el equinoccio de primavera y el solsticio de verano, y se celebra el primer día de mayo.
La manera en la que los celtas celebraban esta fiesta es especialmente bonita.
La ceremonia estaba centrada, como muchas otras de nuestra cultura, en torno a una gran hoguera, que se encendía en la noche del día 1 de mayo en los lugares más altos de la comarca.
La preparaban los más jóvenes del clan, repartiéndose por los bosques, iluminando su recorrido con antorchas, y recogiendo las ramas de los árboles que a cada grupo de personas le era encomendado.
Al amanecer, los druidas subían a esos lugares, acompañados de todos los habitantes de su pueblo, para lo que ellos llamaban “el baño mágico del amanecer”.
Cuando el sol empezaba a apuntar en el horizonte se desnudaban, y cogidos de las manos de las personas más cercanas, dejaban que esos primeros rayos de luz bañasen sus cuerpos en un rito de purificación maravilloso.
Después de ese momento, repleto de magia, apagaban el fuego de la hoguera con sus escudos y pasaban por el humo que se desprendía de ella los rebaños, sus objetos más queridos, sus hijos y ellos mismos.
Pensaban que esa era una magnifica purificación y que los Dioses, a través del humo que ascendía hacia ellos, conocerían mejor sus sentimientos, sus verdades, sus necesidades.
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